viernes, 16 de agosto de 2013

E-tú-acciones.




  Cuenca,Junio 2013.


 A base de despejarme entendiste
que hay incógnitas en el fondo de mis ojos,
que las dudas se despeinan
cuando en torpes movimientos
 se te salen las dos cartas que guardabas en la manga.

Y yo elijo el as de copas,
 que me voy a emborrachar
con el fin de no olvidar
que a tragos largos en tus piernas,
 pesan menos las derrotas.


(Antes de que olvide que una vez lo/te sentí así).

sábado, 10 de agosto de 2013

Amaneceres y desvelos.

Hay amaneceres que se dibujan para verlos desde el coche. Entonces te echas a un lado de la carretera -porque eso sí es un camino, lo nuestro era cielo- apagas el motor y apoyas con fuerza la barbilla en el volante, como esperando una respuesta. La radio no acompaña, a ciertas horas debería haber una programación especial para este tipo de sensaciones. La apagas y cierras con fuerza los ojos. Repasas los penúltimos minutos, las horas, los días e incluso la última semana – y ya caigo en tu error de medir(nos) en tiempo-. 
Es solo un breve repaso, como cuando vas a comprar y sabes que se te olvida algo, no alcanzas a recordarlo y recuerdas el punto exacto donde dejaste la lista de la compra, justo a la entrada de casa, justo al salir de ti. Pagas aun sabiendo que algo echas de menos, es el precio del sentir. Cierras la puerta y rompes a reír, porque llorar duele. Y al parar el coche recuerdas, chocolate. Eso era. Nadie se da la vuelta por volver al pasillo del chocolate, o casi nadie.

Apagas la radio, estás a un lado de la carretera y amanece con trazos suaves, como esperando que seas tú el que venga a pintar con tus manos otro nuevo día.



Lo llaman diez de agosto,

cuando no han amanecido contigo.