sábado, 26 de julio de 2014

Calor (joder, Robe, joder)


Nico cuando era otoño.

Fuera hace calor. No sabría decir cuánto concretamente, pero demasiado para ser una madrugada. Nunca se me ha dado bien realizar ese tipo de cálculos, atisbar distancias a simple vista o adivinar que te has afeitado tanto que cualquiera debería darse cuenta. Me vas conociendo. Estoy desnuda, anoche ni siquiera me molesté en buscar mi ropa interior. Tú duermes a mi lado. Ocupo la mitad izquierda de tu cama y aún quieres cederme la porción que te cabe en un abrazo. Hace un rato que te escucho respirar mientras tu brazo recorre mi falta de sueño. Estás arropado hasta la cintura y esbozas una media sonrisa que me reconforta todas estas horas sin dormir. Me deshago con suavidad de tus manos y busco el tacto del suelo con los pies. Camino lento hacia el baño y dejo correr el agua de la ducha. Tengo especial cariño a ese espacio tan pequeño por lo que tú ya sabes. Me seco sin esforzarme demasiado y recorro el pasillo de vuelta para encontrarte ahí. Todavía algo mojada me hago hueco en el ventrículo izquierdo de tu cama. Te beso la frente. Tú susurras algo y tiras de mí hacia el sueño. Mañana me contarás que aprendiste a volar, que conociste a un escarabajo o que llegaste a nado a la nada.


Fuera hace calor. 
No sabría decir cuántas madrugadas podría pasarme así, 
cuidándoteme los sueños que me contarás mañana.

martes, 15 de julio de 2014

Lo que da de no un sí.

Bruselas, Marzo 2014.

Ya no le busco el horizonte como al resto. Me gusta así. Está justo a mi lado. De vez en cuando me pasa la mano por el pelo, o busca las mías apoyándose en el volante, como si también quisiese conducir. Le gusta hacerlo, me lo ha dicho varias veces. La miro de reojo. Sigue absorta en el paisaje y a mí la carretera se me hace demasiado larga si no canta alguna canción desconocida. Quizás jamás las vuelva a escuchar si no son de su boca. A veces se gira para besarme con cara de olvido. Luego vuelve en sí y me sonríe por algo que aún no sé que tengo. No quiero romper el silencio, ella suele pensar ahí en sus cosas y quizás, alguna vez, me piense a mí. No quiero romper el silencio porque quizás, alguna vez, me rompa a mí. Me gusta así.



A veces alguien tiene que decirse lo que no le dicen.

lunes, 7 de julio de 2014

No me llames héroe si vuelvo roto.



Una nota a pie de página con la letra 
que me tiemblas en las manos.
Pero de corazón.
Marcos (5 años)
Febrero, 2014



Perdóname, Daniela. Anoche se me fue la fuerza por tu boca mientras soltabas amarras directas a mi cuello. Palabras llenas de dudas, ahogando a un corazón que empezaba a hacer pie en mitad de esta lluvia. Perdóname ahora si te digo que he vuelto a la posición inicial, al punto de partida contigo, donde no cabe la posibilidad de tenerte desnuda sobre mí, donde no puedo quedarme a vivir subsistiendo del beber que dan tus piernas. Perdóname cuando digo que he retrocedido a la línea de salida, que no es más que la meta vista desde tus ojos, en la que esperar a que te corras es pasar las próximas tres noches en vela creyendo que soy peor que todos tus anteriores. Perdóname si alguna vez has creído que tengo menos vértigo que tú a este precipicio, pero es que hoy, mientras tratabas de cogerme la mano para evitar mi caída, te he visto reír a doscientos miedos de altura, justo donde empieza el vacío. Perdóname, Daniela, es que desde que te conozco he querido celebrarte como un niño, con los ojos cerrados y soplándote fuerte en la nunca, en las siempres, para que pensases en mí de esta manera, como yo lo hago. Como un niño, Daniela, como despertarse el día de tu cumpleaños todo el mes de julio.

Ojalá no lo entiendas para tener que perdonarme. 
Que lo peor no es caer, es tirarse. 


Pero, por favor, no me llaméis héroe si vuelvo roto.