sábado, 16 de agosto de 2014

Te espaldo.



Te echo de menos
con las dos manos.
Pero también te espaldo,
también,
te ombligo.




Hoy me han preguntado 
que si no me sentía desnuda. 
Supongo que se referían a ti. 
Torpemente, he asentido con los ojos 
del que no puede mirar más allá 
que a una pared empapelada de recuerdos. 

He vuelto a fingir 
por complacer a los que dicen
que siempre estoy sonriendo.
(y tú también lo creías)

A veces me siento demasiado estúpida
tratando de levantar a quienes creen estar pisando cristales,
sin darse cuenta de que los llevan todos 
en sus propias manos. 

Ellos sí que no saben lo que es perderte 
por tercera vez en una vida. 
Y ni mucho menos se imaginan 
lo que es encontrarse con tus cosas 
en mitad del camino. 

Me limité al silencio 
por no dar explicaciones de la nostalgia
a los que creen tener respuesta para todo. 

Hace un par de lágrimas 
que empecé a deshacer la maleta,
de vaciarme,
de ti,
por dentro. 

Hace un par de cosas que recuerdo que,
hasta rompiéndome tú,
te saqué a bailar mientras cantaba
aquella canción para quitarte el miedo.


“Bailemos, 
porque no hacen falta palabras de más.
Bailemos, 
lejos de la gente quisiera volar. 
Prefiero que dure un segundo mi noche a tu lado
a tener que vivir en un mundo prestado,
sin tardes, sin luna y tan lejos de ti.”
Coti.