Te echo de menos
con las dos manos.
Pero también te espaldo,
también,
te ombligo.
Hoy me han preguntado
que si no me sentía desnuda.
Supongo
que se referían a ti.
Torpemente, he asentido con los ojos
del que no puede
mirar más allá
que a una pared empapelada de recuerdos.
He vuelto a fingir
por
complacer a los que dicen
que siempre estoy sonriendo.
(y tú también lo creías)
A veces me siento demasiado estúpida
tratando de levantar a quienes creen estar pisando cristales,
sin darse cuenta
de que los llevan todos
en sus propias manos.
Ellos sí que no saben lo que es
perderte
por tercera vez en una vida.
Y ni mucho menos se imaginan
lo que es
encontrarse con tus cosas
en mitad del camino.
Me limité al silencio
por no dar
explicaciones de la nostalgia
a los que creen tener respuesta para todo.
Hace
un par de lágrimas
que empecé a deshacer la maleta,
de vaciarme,
de ti,
por
dentro.
Hace un par de cosas que recuerdo que,
hasta rompiéndome tú,
te saqué a
bailar mientras cantaba
aquella canción para quitarte el miedo.
“Bailemos,
porque no hacen falta palabras de más.
Bailemos,
lejos de la gente quisiera volar.
Prefiero que dure un segundo mi noche a tu
lado
a tener que vivir en un mundo prestado,
sin tardes, sin luna y tan lejos
de ti.”
Coti.