martes, 26 de febrero de 2013

Desde otra perspectiva













Desde mi perspectiva,
te veo volar.
Estás tan guapa
cuando te abres de alas
e intentas rozar el cielo,
que me secas el aliento.

Adoro tu sonrisa,
entrecortada por gemidos
que rozan el viento,
haciéndolo aún más confortable.

Llevas el ritmo
que marcan las olas en el puerto
pero tú, estás a cuatro metros ya de mi suelo.
Tu pelo, deja entrever a ratos tus ojos,
que se mantienen cerrados,
para evitar aún la caída,
y el resto, se derrama por tu espalda,
rompiendo como la más rubia cascada de sueños.

Tú abierta de alas a la vida,
y yo ansiando tu libertad,
bebiendo a cuentagotas el sudor
que sabe a mar de versos,
midiendo en caricias el tiempo
y esperando el momento
en el que te decides a saltar,
de tu cielo a mi cama,
de nuevo.

Y vuelves a mí,
con esa mezcla de sudor, sin prisa
y con ganas de permanecer
posada en mi pecho.





Entonces me cuentas tu sueño, que volabas, 
                        que nadie te paraba, y yo, estaba ahí abajo, 
                                                   para salvarte de otro golpe contra el suelo.




domingo, 24 de febrero de 2013

Plan B


"Eres lo que menos me conviene, lo que tanto me apetece y lo que más me da la gana.”

Supongo que no hay otra manera más canalla de decirte que me voy a saltar todas las barreras posibles que me ponga el camino. Y que se ponga como quiera, que tiemblen las aceras cuando te beso, y que sufran de celos los sismólogos, que no serán capaces de medir en una escala del uno al diez lo nuestro, porque a su máximo valor, ya lo llaman épico. Que proyectes el epicentro sobre mi sonrisa en las noches más frías, y que seas capaz de hacer que las ondas se propaguen en los días en los que no podemos mover el mundo juntos. Que la gente busque explicación para definir eso que tú y yo no vamos a hacer, porque es bien sabido que sin nombres, se llega mucho más lejos. 

Ningún proyecto de futuro ha salido de un plan A, que premedite un porvenir, por eso no le buscaremos sentido a la lluvia besos, a las mareas de placeres ni al amanecer en tu espalda.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Esos martes cualquiera

Esos martes cualquiera, que pasarían desapercibidos si no fuese por la cantidad de horas que tiene la mañana, esos, son los que me dan la vuelta y hacen que eche de menos las resacas de pasarme de ti. Tú contando los lunares con besos. Yo dando rienda suelta a mis demonios. Tú descalzo por mi vida, sin hacer ruido, pisando las baldosas amarillas que bordean el corazón, sin llegar a rozarlo. Tú uno más. Yo dos menos. Nada de buscar palabras a sentimientos. Tú pasando desapercibido, sorteando a los malditos soldados que protegen mi muralla, esa que esconde un saco con sentimientos, tan lejos como sea posible de ser vistos por ti o por cualquiera. Yo escribiéndote poemas que te leo mientras duermes. De espaldas, cerrando fuertemente los ojos, intentando desenvolverme. Tú creando la lluvia. Yo desvistiéndome despacio, y tú vestido de risa. Tú de espina y yo de rosa, trepando por la enredadera de sudores en la que se convierte la cama, llena de tormentas. Tú sin cara concreta, pero sí de besos seguros, de esos que desvisten febrero y repartes de la manera más justa y equitativa en cada uno de los poros de mi piel. Tú de soldado raso. Tú sin nombre, ni edad, ni números. Sin fechas, ni límites. Sólo una hora, la de volver a dejarnos querer sin quererlo. Sin saber nada de nosotros, pero la almohada cacheándonos sin prisa.

jueves, 14 de febrero de 2013

En tres líneas



Ven aquí y dime que te quedas, que no me vas a dejar pasar como lo hicieron las tormentas de verano en la playa, que me vas a hacer llover un vendaval y no vas a parar hasta que pase la fuerte racha de viento de caricias que improvisarás cada noche en mi espalda, y sobre todo, dime que no te vas a ir sin despeinarme.

jueves, 7 de febrero de 2013

Por vocación, la nostalgia.


Tú vacilabas paseando esa especie de caparazón que te cubría de mis elogios, andando de puntillas por mi vida y creyéndote aún más fuerte que los pasos que dabas. Yo titubeaba ante preguntas trascendentales y me oponía a buscar nombre para explicar aquella sensación que rozaba lo antinatural, conociéndome. Tú jugabas con ventaja, y yo disfrutaba dándotela. Tú de chico malo y yo dándote por sabido. Tú besabas cicatrices, y yo sin saber qué pisaba. Tú descalzo. Yo  desnuda. Tú sin prisa. Yo ardiendo. Las horas galopaban en tus películas de acción y los ratos de tenernos. El resto, el resto era lo de menos. Lo que quedaba al dividirnos y no era el cociente de besos en tu cuerpo. Tus pupilas dilatadas en la oscuridad, tus ojos entornados, tus manos recorriendo el perímetro de mi cuerpo. Tus besos. Ganas sin fecha. Sueños en verso.



martes, 5 de febrero de 2013

El placer de tenernos.


Se corre la voz (o la vida) de verme pasear a deshoras por el filo de tus sueños, apenas sin hacer ruido, calmando tu sed y tachando de tu lista el millón de caricias que te debe algún dios. Nos encontramos sin buscarnos en el mapa de la vida, esquivando sentimientos conflictivos y deseándonos en cada copa, saciando miradas inundadas de la lluvia que provocas. Tú, que adoras mojarte de sonrisas y contagias esa risa huracanada que provoca marejadas, de tu playa en mi costa, de tu brisa en mi pelo y mis ganas en tus dedos. Ven, que vamos a salvar al mundo desde mi cama, incendiando los polos de tu cuerpo y dejándonos guiar por el norte que marca el placer de tenernos.

lunes, 4 de febrero de 2013

"Pero sin juramentos..."


A mí no me amenaces con eso de pintar un corazón de tiza en la pared, que sabes que me derrito. Pero eso sí, deja al árbol, y nada de tallar en él lo que la naturaleza no quiera. Bésame y haz que florezca la primavera en el Febrero de tus brazos. Eso sí que es sellar pactos a medias. No me hables de candados en los puentes con mejores vistas de la ciudad y déjame mirar apoyada en tu hombro el paisaje al atardecer, contemplando juntos cómo se acuesta el día sin ataduras pesadas, ni tirando llaves tan lejos como luego lo hacen con sus promesas. No me regales la luna y las estrellas, y enséñame de ellas a brillar por encima del resto de ojos que barren con tristeza el suelo. Invítame cada día a un café con dos de ilusión al despertarme y endúlzame la vida con las sonrisas que te provoque el verme amanecer enredada en tus sábanas otra mañana más. Asegúrame que no somos ninguna palabra que pueda llegar a temer y vacíame de miedos para congelarlos y beberlos cada noche junto al ron que destilamos al fundirnos en un solo cuerpo. 

domingo, 3 de febrero de 2013

V-e-n.


Ven, no dejes de masturbarme la vida a dos manos.
Ven, que te voy a recordar que adoro todo lo que te acompleja.
Ven, que te voy a desnudar con el arte del escritor, la impaciencia del lector y la tinta del borracho.
Ven y déjate ser completamente tú.
Ven, que te voy a exprimir hasta que seas un zumo de caricias al desayunar.
Ven conmigo a libar la escarcha de los corazones que no creen.
Ven, que te voy a enseñar el calor secreto que guarda Febrero en mi habitación.
Ven a proyectar las mejores películas en tu espalda.
Ven a irte de ti.

Ven…
Y no dejes de venir a darme ganas de llevarte a donde invente.

sábado, 2 de febrero de 2013

Incluso en estos tiempos.


Me dieron a elegir entre cara o cruz, y yo te elegí a ti. No tenía nada que perder, me quedaba esa moneda y las ganas justas de mirar hacia delante. Pero te elegí a ti, o tú me elegiste a mí. Eso pensé cuando por primera vez te vi en ese vagón de metro, no recuerdo la estación, pero sí tus ojos, que en ese momento habían parado el mundo, aquel aparato que surcaba todo Madrid bajo el suelo y a mí, dejándome inmóvil y obviando la pregunta que decidía mi futuro inmediato. Tus ojos atigrados me miraron con una mezcla de lástima y cariño hacia lo desconocido. En ese momento debía de llevar un cartel de precaución en la frente –Cuidado, corto- porque era así, estaba roto, mi vida estaba hecha añicos y más después de la noticia que mi estúpido jefe me había brindado con la mejor de sus sonrisas, que escondían la maldad de todos los políticos juntos, en aquella sucia mañana. Apenas hacía un par de meses, ella había hecho la maleta dejando instalado el frío en la ciudad, y yo aún guardaba su mísera nota de despedida, que era lo único que me esperaría al llegar a casa, sujeta por un imán al frigorífico de nuestro viaje a Paris. Ella no estaba, deambulaba siendo aquella mañana un parado más, y había decidido buscar algún tipo de entretenimiento en el metro, cabizbajo y sin ganas de llegar a aquel piso que sólo me traía recuerdos que no volverían. Pero así fue, apareciste tú y rompiste mi hielo de una sola tacada, derribaste barreras y me invitaste al café más negro que he probado en mi vida, como tus ojos.

Y aquí estamos, otra vez, en la misma cafetería, un año después sujetando la taza de café que aún conserva la ilusión, esa taza que ofrece oportunidades a los que saben esperar, y que alberga todas las casualidades que se dan para que un loco soñador y una escritora de espaldas, sin prisa, se encuentren y recuperen las ganas de enamorarse en los tiempos que corren.


Historias de metro.



viernes, 1 de febrero de 2013

Tenía que decírtelo.


Río por nada. Me gustan los caminos equivocados, y cuanto más lo estén, mejor. Leo. Huyo a una realidad paralela en la que los callejones sin salida suben al cielo. Enciendo fuego con las manos. Fumo lo que/cuando quiero. Mi banda sonora de la vida es esa canción. A veces quiero desaparecer, y otras quieres que aparezca. Confundo sentimientos. Bebo verdades. Desnudo con la mirada. Soy un jodido postre y medio. Sueño. Escribo para desahogarte. Enseño a mentes. Transparente. Difícil, pues de cabeza. Al otro lado del teléfono cuando lo necesites. Escribo con todas las letras sin intención de enamorarte. Señalo fechas absurdas en el calendario. Me sé tu cumpleaños de memoria. Si no llamo, igual no me apetece. Quique González. Escribo mensajes de texto, e incluso cartas. Cambio la televisión por libros. Olvido con un margen de dos días las películas. En la oscuridad de un sitio nuevo me tiembla la tripa. Amoldo los recuerdos a las ganas que tenga de querer recordarte. Corro sin dirección. Escalo cimas para sentirme más alta. Cuando no me encuentres, estoy en la nada. Campito. Me pruebo los bikinis dos veces al mes. Adoro Octubre y siento devoción por Febrero. Creo días internacionales de lo que a mí me da la gana. Me fumo Madrid. Me pierdo en Atocha. Sudo ascensores. Acaricio a Gato. Regalo ilusión. Siento debilidad por el madridista acérrimo. No sé discutir. Olvido el motivo de un enfado. Echo de menos. Me doy a quién no lo merece. Me abro a la vida. Ella se abre de piernas a mí. Chocolate en la cama. Bailo al despertarme. Suena Sabina. Destapo artistas. Retiro. Canto en la ducha. Y en la cama. Y en la cocina. Queso. Adoro las casualidades. Creo en la buena fe de los daños colaterales. Mariposas traicioneras. Viajo a donde nadie me espera. Luego, me esperan, se desesperan. Sur. He estado en el séptimo cielo. Acompaño guitarras. Espiro poesía. Confío en las sonrisas. Café en buena compañía. Con dos de azúcar. Descubrir países en fines de semana. Barcelona. Tarta de tres chocolates. Un bombín. Corazones azules. Flexo, portátil y escribir(te). Palomitas. Improvisar. Hormiga. A ratos, gato. Libertad. Cervezas de los domingos. Torreznos. VDT. Carezco de orientación. Rafa Pons. Duchas de siete canciones. Buscar(te) la mano. No poder establecer un “” concreto. Infinito. Torbellino de sentimientos. A veces, ameba. Besos de esos que mandan un corazón (que no es azul). Madrid- Barça en la cama. Techos que dejan ver las estrellas. Luna. Luna en todas sus fases. Llover torrencialmente por teléfono. Y en el cuerpo a cuerpo. Llover(te). Cinco minutos más. Chimenea. Pintar sueños en la pared. Escapar con el coche. Miedo a la velocidad. Fan de las alturas. Asidua a tu cintura. Darle vueltas al mundo. Llorar. Volcarme la vida con los de cuatro años. Enseñar a escribir. Acortar palabras. Reinventar verbos. Besayunar.  Rubia, o castaña, o pantera. Odio a palabras concretas. Borraría ciertas del diccionario: Adiós. Rosas rojas. Culpar al paki que te las vende en cada esquina. Guiñar un ojo a desconocidos. Un autobús que me lleve de vuelta. Despertar sin despertador. Volver. Fotografío mundo. Mojito. Cracovia sin ti. Fundirme en bersos. Con hache. Insisto.


Tenía que decírtelo.