lunes, 30 de septiembre de 2013

Ausencias.



Se quitó el disfraz como quien se quita la pena un viernes, como el placer que produce jugarse a cara o cruz si rojo o negro, si par o impar, si vas o bastos. Salió del taxi, cruzó las puertas y pasó los controles rutinarios que le alejaban de esta polvorienta ciudad. Estaba mareando sus pensamientos frente a un café en uno de esos ‘bares de paso’ del aeropuerto, esperando quién sabe qué; quizás una mirada que fuese capaz de devolverle su metro ochenta de risa y sueños, ahora rotos y esparcidos por aquel piso de Tirso de Molina, donde ya nunca volvería a echarse a suertes quién se levanta a apagar la luz. A sus pies, una mochila de mano con ropa interior limpia, tres camisas, un par de pantalones y un jersey a rayas. Sobre la mesa, un billete a Buenos Aires, o a Vancouver, o quizás a Auckland; ese papel impreso con un destino que no diré porque ya se ha ido, porque esa noche de gritos, juraría que me tocaba a mí levantarme a apagar la luz en el que era nuestro piso de Tirso de Molina.


30 de Septiembre.

sábado, 28 de septiembre de 2013

donde crecen las flores.






Confieso que nunca había creído
que tanta magia en la mirada
cupiese en un cuerpo de mujer,
y así ha sido.

Mientras no estabas,
me licencié en la locura
que dicen que guardas
cuando miras de reojo
y preguntas que qué espero de ti,
si ya no entiendes mi juego.

Paseas distraído
sin saber que me he cosido
al azul de tu chaqueta
por miedo a hacerlo
al de tus ojos y ahogarme,
ahora que ya no remas,
ni creo que me merezca
el hueco que dejan tus hombros.

También te confieso, amor,
que desconozco tus cartas,
tus miedos,
tu risa
o el tacto de tu pelo;
que has puesto tan lejos el cielo
que peco de soñadora al mirarte,
y mírame,
que ni en el infierno me quemo.

Yo me he hecho cicatrices en tu nombre,
te has grabado con la tinta que rebosas
y has cambiado el corazón por uno nuevo,
tus palabras ahora hablan
de los cuerpos que conozco,
que recorro,
que prometo,
y créeme que no es tan bueno.

Ahora miras –enamorado- a estúpidas como yo,
que nos quedamos pensando
y no dudas al cambiar
el camino empedrado por el suave asfalto,
pero no olvides, mi vida,
que las flores siempre crecen a los lados.

-Al que ha sabido cambiarse de acera
cuando nos cruzamos,
y cuando no.
Aunque nadie lo entienda,
me has robado un par de insomnios.-

martes, 17 de septiembre de 2013

Tú, doble o nada.


'Ebriarme' es uno de los verbos  que te conjugo cuando pasas
porque me suena a beberse tu boca llena de penas 
y disparar con las balas sinceras de un borracho
a quien en tus brazos no se encuentre sobrio de dudas.

Es fácil así vaciar el pecho de todo lo que no arrastres al tragar,
quemándome hasta este miedo que no sé dónde ponerlo
cuando pretendes salvarme de la caída en tus ojos sólo con la punta de los dedos.

Luego es simple: colocarme de frente y de ti hasta que me digas 'basta',
y yo, entre tú o nada, te apueste al doble para verte venir dos veces,
y que a la tercera, no sepas ni cómo ni cuándo y sin buscar los pretextos,
te quedes aquí.

Atarcezco de mañana para que el sol te ciegue 
y que el verbo 'sintigo' no sea nunca más 
el que de noche rime este juego de manos, 
mi duelo conmigo.


domingo, 8 de septiembre de 2013

Pinceles por puñaladas cuando subes a mi tren.



Calella, Agosto 2013.

Los trenes siempre sacan un rato para leerme las intenciones, por corto que sea el trayecto de mi casa al olvido. Y yo, fiel al montón de papeles y a esa gruesa portada azul que se mantienen sobre mis piernas, levanto la cabeza en muy contadas ocasiones; el paisaje no esconde nada que no guarden tus lunares. Y así, como involuntario, alzo la vista cuando una sombra te dibuja en otras piernas, otros brazos; un ser que contonea al mundo de un modo parecido al que sostenías mi vida cuando siempre regresabas para dejarme ganar, para enseñarme a perder. Y así atraviesas el pasillo, echándome a un lado, invitándome a un duelo entre tu espalda y el chirriar de mi mirada.

Y luego te das la vuelta, hombre de las mil caras, y me descubro pensándote en mitad de esta lectura en la que te ahogo por querer reencontrarte, por nunca ser tú el que recorre mis venas para llevarme a olvidar toda esta historia de trenes, de tiempo, de cuentos de miedo que me abrazan en tu sofá cuando es el corazón el que te toma el relevo.


Y me llegas por la espalda, otra vez, pinceles por puñaladas y el placer de recaer.

Cercanías, 6 de septiembre.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Cuando eres musa.

‘A veces, él la miraba con los ojos de quien mira a un pájaro que se mueve torpemente por tierra, dando pequeños saltos mientras se prepara para iniciar su vuelo. A algunos, esta forma de vivir les parecía graciosa, ellos ni siquiera habían caído en la cuenta de sus alas.
Pero él no la miraba así, sino más bien con la esperanza y ese pequeño placer de aquellos que creen conocer la esencia de las cosas, seguro de saber que la única razón por la que le cuesta moverse entre nosotros es porque no está hecha para esto, sino para cortar el cielo con sus alas.’

N.



                                                                          
   Cádiz, Septiembre 2013.


Hay días en que las musas no se pasan por mi cama,
entonces, algún loco te convierte en una de ellas,
y no necesitas más que tus propias manos para saber que eres cierta.


Gracias.