lunes, 17 de diciembre de 2012

Superación.

Nos volveremos a encontrar, de eso no cabe duda, o sí. Tu mirada felina arañará mi piel como tantas noches a escondidas, pronto se disipará ese deseo reflejado en tus pupilas por el simple hecho de intentar disimular. Tus manos me buscarán a tientas, sudorosas y cansadas de querer y no poder, harás intento de posarte en mi cintura y borrarás toda muestra de afecto, más del necesario, si hay alguien delante, a la vez que me provocas con el código de sonrisas que una vez inventamos. Susurrarás sutiles palabras en mi oido, aquellas que una vez utilizamos para lamernos a distancia, para curarnos en silencio, para aliviarnos el alma.
Harás todo eso a sabiendas que provocas un efecto mortal en mi sentido común, atenuando mi capacidad de controlar a ciencia cierta mi poder de razonar ante cosas tan obvias como es esta obsesión, haciendo que tiemblen mis creencias y derrumbando los cimientos que tan fuertemente había instalado para resolver mi vida.

Y yo me quedaré ahí, muriéndome de ganas por corresponderte y plenamente consciente que está en mis manos el seguir o no sufriendo por algo que no va a desembocar en el mar que prometías.

Seguiré en el río, aquel donde nos encontramos, pero que hoy no podemos compartir, porque cada uno llevamos caminos diferentes, nadamos en direcciones opuestas, tú te dejas llevar río abajo y yo lucho a contracorriente por lo que quiero.

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