Ya pasó.
No sé cuándo, cómo ni porqué.
Pero pasó.
Como pasan las cosas,
como pasan las musas,
como pasa la vida.
Pasó como un huracán,
desolando versos.
Unas veces lento como
el invierno
y otras sin dejar siquiera pedir el deseo
a las pestañas que se
llevaba consigo.
Pasó como tuvo que
hacerlo,
dejándose los rotos, suturando las heridas.
Con alcohol,
con nicotina.
Pasó de largo, sin mirarme,
como otros tantos.
Pasó entre mis
piernas y me dejé hacer.
Me deshice.
Pasó dejándose la vida en cada beso,
borrando las baldosas de los baños,
empapando de sudor
habitaciones
y mezclando las lágrimas con el mar.
Supo quererme, igual
que yo a él.
A veces, incluso nos llegamos a valorar
como tantas otras
parejas.
Medía mi tristeza,
me encerraba entre papeles
y me daba tinta para verme llorar.
Me enseñó a ver que esa era yo
y que me necesitaba
por encima del resto,
hizo que viese mi ombligo.
Me llevó a otras
ciudades,
enfrió café
hirviendo,
paseó a mi lado mientras me veía romper baldosas
y más de una vez me
recogió del suelo.
Con bolígrafo rojo le tachaba
de mentiroso, de
galán, de caballero.
Fue haciendo y
deshaciendo a mis espaldas,
poniéndome en bandeja
mil pecados,
en carne, en huesos,
en canciones olvidadas.
Él me tachaba de
incrédula,
de inocente, de princesa.
Me dejó lo mejor cada mañana,
me hacía el amor
con olor a tostadas
recién hechas.
A ambos lados del camino
dejó siempre algo
dulce
para no perderme, por
si quería volver
y prometió no dar de comer a las hormigas
malgastando el pan que tanto le había costado.
Puso obstáculos, no era una historia perfecta.
Rompió los cuentos
con final feliz,
que por ahora no estaban escritos para mí.
Me dio de él tanto
como le pedía,
era mi excusa
perfecta para perderme,
para encontrarme en
los bares, en los días.
Hoy se lo debo todo,
porque le sigo
tachando,
porque aún le necesito.
¿ Quién no (te) necesita, tiempo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario