viernes, 4 de abril de 2014

calla, que te dueles.






El día de abril
en que volviste 
con mi nombre
en las caderas.



¿y qué haremos al alba,
cuando seamos dos perfectos desconocidos?
yo te lo voy a decir…
pondremos el mantel, tú quédate a mi lado
a comernos al amanecer lo que quieran las manos.


lo peor no es cuando nosotros mantenemos la distancia.
lo jodido es cuando nos mantiene así ella.
a nosotros.
que creíamos tener todo.
c-o-n-t-r-o-l-a-d-o.

y ahí no hay quien me calle.
salvo cuando hablo de mí
porque dices que parece 
que me hago daño.
y te duelo.

tú haz lo que yo haría si nos quisiésemos bien.
y entiende que tengo nombre de madrugada
porque es cuando más veces he llorado.
aunque le haya llamado risa a todas las noches.
de insomnio.
en que tú llamas.

entiende, también,
que diga que hay caderas mudas
y otras que no tienen nada que decir,
y esas últimas son, justo, las que se despiertan solas
después de haber gritado toda la noche mi nombre.

mira mi cabezonería llevándome de la mano a otra hostia,
mira que esta pared lleva tu nombre.

mira que esas caderas llevan el mío.


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