martes, 1 de abril de 2014

Todavía llegan cartas después de la guerra.


Sólo confío en las personas y en las ciudades 
que no tienen miedo a arder.
Pregúntaselo a Troya.




Nico haciéndome reír, 1 de abril.



por aquí todo sigue como me dejaste,
y no es poco.
sigo teniendo las manos frías,
bebiendo vino cuando te dejas
y prefiriendo los domingos a cualquier mes.

me sigue temblando el pulso al hacer la foto,
escribo más de lo que debería
y olvido lo necesario,
aunque todavía recuerdo tu nombre.

cambio de historia si algo me lleva a ti,
y no pierdo la sonrisa si aprieta el frío este amanecer.
me visto rápido para no perder el calor
que me has dejado en el sueño,
y alargo las duchas como cuando estabas,
como si el dolor del agua corriese a cargo del hotel.

sigo apostando por el corazón
cuando la razón se empeña en teorizar un sentimiento,
y cuando canto en el coche esa canción
imagino que me miras como un loco,
a punto de estallar desde tu asiento.

no he vuelto a ponerme las braguitas negras
que me quitaste la primera noche en Granada
y desde que tú, ya casi nadie.
y correrse sola no tiene gracia si tú no te ríes.

aún no me sé el horario de los trenes,
y cuando llego, 
siempre creo que el que acaba de pasar
podría llevarme a tu casa,
o yo que sé, como poco, descarrilar de camino.

también sigo haciendo maletas y planificando viajes,
no sé, por si te apetece follar en un aeropuerto.

marzo ni siquiera ha dejado de llover por si vienes.
y por si no, 
ya tengo la excusa 
y el suficiente miedo
como para empezar a hundirme en el charco 
que juntos, casi seguro,
hubiésemos pisado.


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