Sólo confío en las personas y en las ciudades
que no tienen miedo a arder.
Pregúntaselo a Troya.
Nico haciéndome reír, 1 de abril.
por aquí todo sigue como me
dejaste,
y no es poco.
sigo teniendo las manos frías,
bebiendo vino cuando te dejas
y prefiriendo los domingos a
cualquier mes.
me sigue temblando el pulso al
hacer la foto,
escribo más de lo que debería
y olvido lo necesario,
aunque todavía recuerdo tu nombre.
cambio de historia si algo me lleva a
ti,
y no pierdo la sonrisa si aprieta el frío este amanecer.
me visto rápido para no perder el calor
que me has dejado en el sueño,
y alargo las duchas como cuando
estabas,
como si el dolor del agua
corriese a cargo del hotel.
sigo apostando por el corazón
cuando la razón se empeña en
teorizar un sentimiento,
y cuando canto en el coche esa canción
imagino que me miras como un loco,
a punto de estallar desde tu asiento.
no he vuelto a ponerme las
braguitas negras
que me quitaste la primera noche en Granada
y desde que tú, ya casi nadie.
y correrse sola no tiene gracia
si tú no te ríes.
aún no me sé el horario de los
trenes,
y cuando llego,
siempre creo que el que acaba de pasar
podría llevarme a tu casa,
o yo que sé, como poco, descarrilar de camino.
también sigo haciendo maletas y
planificando viajes,
no sé, por si te apetece follar
en un aeropuerto.
marzo ni siquiera ha dejado de
llover por si vienes.
y por si no,
ya tengo la excusa
y el suficiente miedo
como para empezar a hundirme en el charco
que juntos, casi seguro,
hubiésemos pisado.
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