Bruselas, Marzo 2014.
Ya no le busco el horizonte como al resto. Me gusta así. Está justo a mi lado. De vez en cuando me pasa la mano por el pelo, o busca las mías apoyándose en el volante, como si también quisiese conducir. Le gusta hacerlo, me lo ha dicho varias veces. La miro de reojo. Sigue absorta en el paisaje y a mí la carretera se me hace demasiado larga si no canta alguna canción desconocida. Quizás jamás las vuelva a escuchar si no son de su boca. A veces se gira para besarme con cara de olvido. Luego vuelve en sí y me sonríe por algo que aún no sé que tengo. No quiero romper el silencio, ella suele pensar ahí en sus cosas y quizás, alguna vez, me piense a mí. No quiero romper el silencio porque quizás, alguna vez, me rompa a mí. Me gusta así.
A veces alguien tiene que decirse lo que no le dicen.
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