Una nota a pie de página con la letra
que me tiemblas en las manos.
Pero de corazón.
Marcos (5 años)
Febrero, 2014
Perdóname, Daniela. Anoche se me fue la fuerza por tu boca
mientras soltabas amarras directas a mi cuello. Palabras llenas de dudas, ahogando a un corazón que empezaba a hacer pie en mitad de esta lluvia.
Perdóname ahora si te digo que he vuelto a la posición inicial, al punto de
partida contigo, donde no cabe la posibilidad de tenerte desnuda sobre mí,
donde no puedo quedarme a vivir subsistiendo del beber que dan tus piernas.
Perdóname cuando digo que he retrocedido a la línea de salida, que no es más
que la meta vista desde tus ojos, en la que esperar a que te corras es pasar
las próximas tres noches en vela creyendo que soy peor que todos tus anteriores. Perdóname si
alguna vez has creído que tengo menos vértigo que tú a este precipicio, pero es
que hoy, mientras tratabas de cogerme la mano para evitar mi caída, te he visto reír a doscientos
miedos de altura, justo donde empieza el vacío. Perdóname, Daniela, es que desde que te conozco he querido
celebrarte como un niño, con los ojos cerrados y soplándote fuerte en la nunca,
en las siempres, para que pensases en mí de esta manera, como yo lo hago. Como
un niño, Daniela, como despertarse el día de tu cumpleaños todo el mes de
julio.
Ojalá no lo entiendas para tener que perdonarme.
Que lo peor no es caer, es tirarse.
Pero, por favor, no me llaméis héroe si vuelvo roto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario