miércoles, 15 de mayo de 2013

De por qué volqué el cielo y tus lunares.

Volqué la vida para verte igual de guapo en el fondo del asunto,
vacié el vaso a tus pies para que no estuviese a medias sin mí.
Amargué el café con mis dudas de media tarde
y te rompí la poesía que guardabas entre las piernas.

Te quise despacio pero con mucha prisa.

Malgasté el papel liándote besos,
inventé otros modos de vivir,
enamorándote al despertar con olor a amor recién hecho.

Fui Colón en tu cuello,
dándole la vuelta al mundo por donde a nadie antes dejaste pasar.
Siguiendo el sentido del deseo,
descubrí tu nuca
y me quedé a vivir.

Tracé el camino que unía tus verdades con la demencia.
Destrozamos ese mapa en mil pedazos para volver a perdernos.

Desafiné con los acordes de tu risa
y me colé en cada uno de tus sueños para entenderte luego despierto.
Aguanté tormentas bajó el sofá durante el invierno,
teñí los truenos con canciones de Sabina
y olvidé que los domingos nunca son como los pintan
si no eres tú quien los ha dibujado antes.

Tiré al mar lo que quedaba de mis males,  
y luego, prohibieron el baño.


Mojé tu suelo.
Volqué el cielo y tus lunares,
por amor, 
por inconsciencia.

Ahora, ya lo sabes.

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