‘A veces, él la miraba con los ojos de quien mira a un
pájaro que se mueve torpemente por tierra, dando pequeños saltos mientras se
prepara para iniciar su vuelo. A algunos, esta forma de vivir les parecía
graciosa, ellos ni siquiera habían caído en la cuenta de sus alas.
Pero él no
la miraba así, sino más bien con la esperanza y ese pequeño placer de aquellos
que creen conocer la esencia de las cosas, seguro de saber que la única razón
por la que le cuesta moverse entre nosotros es porque no está hecha para esto,
sino para cortar el cielo con sus alas.’
N.
Cádiz, Septiembre 2013.
Hay días en que las musas no se pasan por mi cama,
entonces, algún loco te convierte en una de ellas,
y no necesitas más que tus propias manos para saber que eres
cierta.
Gracias.
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