Lisboa, enero del 2012.
En realidad no soy lo que esperabas. Tú estabas tirado en
medio de la carretera parpadeando en ámbar a la espera de un auxilio. Y yo, como una
incauta más, venía de soledades hambrientas y me tiré a la calle sin mirar,
siquiera, la luz roja que da pie a todas estas casualidades. Nos vamos
atropellando, como hoy a la resaca de ayer, como mañana a las ganas que te
tengo. Choque frontal de realidades y hostia contra el invierno en ropa
interior. Y sin un duro en el bolsillo, sin un mal beso que llevarme a la boca, te digo que por primaveras
más cortas me he cruzado corriendo y sin mirar atrás el jardín del olvido.
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