Ven aquí y dime que te quedas, que no me vas a dejar pasar
como lo hicieron las tormentas de verano en la playa, que me vas a hacer llover
un vendaval y no vas a parar hasta que pase la fuerte racha de viento de
caricias que improvisarás cada noche en mi espalda, y sobre todo, dime que no
te vas a ir sin despeinarme.
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